Wednesday, November 29, 2006

Sucedió en Madrid

Aquel viernes habíamos quedado con una pareja amiga nuestra desde hace años para cenar en el Vips nuevo que habían abierto en la calle Goya. Vivíamos en la calle General Pardiñas muy cerca de la calle Goya y de Velázquez. Conseguimos que una cuidadora -como dicen los niños ahora- se quedara con nuestra hija y bajamos sobre las diez a cenar. Hicimos durante un buen rato las colas pertinentes y por fin nos dieron una mesa cercana a la puerta. En mitad de la cena, sobre las doce, vimos que había un gran revuelo en la calle, bastante intrigados nos levantamos de la mesa y le preguntamos al portero de seguridad si sabía lo que estaba ocurriendo. Nos dijo que había habido una explosión cien metros más abajo y que parecía tratarse de un atentado. Salimos a la calle y vimos al fondo que en menos de cinco minutos habían llegado los bomberos y las ambulancias… Para nuestra sorpresa la chica que teníamos al lado mirando también calle abajo rompió a llorar de repente, asustados le preguntamos que qué le pasaba. Nos dijo que se dirigía justo donde había explotado la bomba porque había quedado ahí con su amiga sobre las doce, y que la estaba llamando y no le cogía el móvil. Decidimos volver con ella al restaurante e invitarla a que se sentara con nosotros hasta que se calmara. Al rato llamó la amiga para decirle que todavía no había salido de casa y que iba a llegar un cuarto de hora tarde, entonces ella le contó lo sucedido y pospusieron el verse para otro día, todos celebramos que su amiga no hubiera sido puntual a la cita y la invitamos a cenar.
Al rato bajaron hasta la mitad los cierres del local y una vez más les preguntamos extrañados los motivos, nos dijo que la policía les había informado de que se trataba de un coche bomba y que había habido una víctima, como habitualmente hay un segundo artefacto colocado en otro coche debían impedir que saliera la gente del restaurante durante una hora. La cena nos dio la vuelta en el estómago mientras esperábamos casi una hora ahí encerrados. Al rato llegó la policía diciendo que acordonaban la zona y que todo el mundo se tenía que ir del local. Entonces nos dirigimos hacia nuestra casa que estaba a veinte metros, pero la policía nos lo impidió y nos obligó a dar la vuelta por el otro lado de la manzana. En ese momento nos dio por pensar que cualquier coche aparcado podía salir volando, así que empezamos a correr dando la vuelta a la manzana en sentido inverso, nunca, después de varios años en el barrio, me había parecido tan largo ese recorrido. Por fin llegamos delante de nuestro portal. De repente extrañados al ver un coche con las cinco puertas abiertas, exclamamos – ¿qué hacen esos ahí haciendo botellón? Pero al acercarnos vimos que eran ocho personas de los equipos especiales registrando a fondo un ford fiesta antiguo. Nos quedamos petrificados. Nuestros amigos subieron con nosotros a casa, estuvimos despiertos charlando sobre lo sucedido un buen rato. Estábamos tan alterados que decidimos que se quedaran a dormir hasta que pasara todo y se fueran al día siguiente tranquilamente a casa… Le di un beso a mi hija y me fui a la cama pensando que a la mañana siguiente seguramente no la iba a llevar al parque…